domingo, 1 de noviembre de 2015

Con este primero de noviembre Cuba vuelve a su horario normal y deja atrás el de verano, que tanto me gusta porque anda tan de prisa como la propia vida.

Claro, eso ha sido con el paso de los años, porque cuando era estudiante, cada vez que llegaba el horario de verano era como una maldición, porque el día todavía campeaba por su respeto casi a las 8:00 de la noche, y eso me limitaba enormemente mis movimientos con las novias de turno.

En aquella época, con el horario normal todo era una bendición, porque a las 6:00 de la tarde, cuando terminaban las clases en la secundaria básica, era completamente de noche, y entonces con la novia de ese momento podía recrearme en algún lugar en penumbras por lo menos una hora, hasta que la muchacha tenía que marchar a casa.

Recuerdo a mi novia Iris Sosa, muchacha que me partía el pecho al medio por lo que era y éramos, que todos los días salíamos de la secundaria Carlos Marx, de la ciudad de Las Tunas, y nos deleitábamos con las luces de la noche, aunque teníamos que dar vueltas porque vivía muy cerca de la escuela. Y así pasaba con Maritza, Elsita, La Gallega, Digna, Rosario, Mercedes, Anita, Isabel…

Ya con el tiempo el horario de verano me fascinó por su rapidez y porque la luz natural permite dedicar más de una hora al karate-do o el Aikido y la carrera de resistencia por las avenidas de la ciudad cercanas a donde vivo y porque las mañanas se van rápidamente y no te da tregua para perder el tiempo.

Por eso a partir de hoy sufro con el horario normal, que para nada me gusta ahora, cuando ya no tengo novias que buscar en la secundaria, y los intereses cambian con la edad, y los venideros seis meses me rompen mis esquemas porque a las 6:00 de la tarde es de noche y aunque las carreras pueden ser a cualquier hora, el deporte no, porque es una hora pesada solo con las sombras de la noche.

Así de cambiante es la vida y el pensamiento de las personas, aunque muchos, miles, quizás millones sean partidarios de este horario, que a fin de cuentas es el normal, si se puede llamar así, porque el de verano de anormal nada tiene.




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Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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