sábado, 30 de septiembre de 2017

Esta es una estatua humana que encontré en el Parque Nacional El Ávila, en lo más alto de Caracas.

Parecía que no respiraba, inmóvil, aunque sabía que la gente pasaba y se detenía a mirarlo, porque al Monte El Avila, en su parque, miles de personas llegan cada día hasta su cima.


Yo no pude detectar ni siquiera su respiración, por lo tanto era una estatua, solo que de carne y hueso, con una postura y una quietud impresionante.

Esta es solo una de las miles de maravillas de Caracas, esa capital emblemática no solo de Venezuela, sino del mundo.


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Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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